Sakorn Sacheewa, de 44 años del interior de Tailandia,
regresó a casa después de dos años trabajando en un barco de pesca, en una
parte diferente del país. No había contactado ni una sola vez a su familia
durante ese tiempo. Al llegar descubrió que para ellos había estado muerto
durante 7 meses. En mayo de 2017, la policía contactó a la familia y les
notificó que había muerto de un trastorno digestivo. Se les pidió que identificaran y recogieran el cadáver. Recibieron un certificado de defunción, y
luego fueron a recoger el cuerpo a la Facultad de Medicina. El cadáver hinchado
que se mostró a la familia era difícil de identificar, pero uno de los primos notó que los dientes del cadáver no coincidían
con los de Sakorn, a quien le faltaban dos dientes frontales. Él mencionó esto
a un oficial, quien instruyó a la familia para que simplemente recogiera el
cuerpo. Lo hicieron, llevándoselo a casa, donde celebraron ritos religiosos
durante tres días, antes de incinerarlo. Después de escuchar la historia de su
muerte, Sakorn dijo que, en un momento dado, un compañero de trabajo de Myanmar
le robó su tarjeta de identificación y desapareció, pero simplemente informó
que faltaba, y las autoridades locales le emitieron una nueva. Nunca imaginó
que alguien usaría su tarjeta robada para hacerse pasar por él.
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